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martes, 13 de septiembre de 2011

No fue la mejor Feria

Entre el viernes 2 y el domingo 11 de setiembre vivimos la Feria del Libro de Mendoza. El lema: "La inclusión: un logro cultural necesario, en marcha". Nos visitaron Pedro Lemebel y Arturo Volantines, de Chile, Mario Goloboff, Elsa Drucaroff, José Pablo Feinmann, Osvaldo Bazán, Adolfo Colombres, Sandra Russo, Angélica Gorodischer, Liliana Bodoc. Alrededor de ochenta autores locales participaron como panelistas o presentando su obra.
Doy estos datos iniciales para trasmitir a quienes no tuvieron la oportunidad de venir a este oeste del sur a palpitar la emoción de encontrarse con su filósofo, su periodista, su poeta, su novelista, en fin, su escritor preferido.
Adivinó, la prensa hegemónica calificó como "oficialista" el menú de nombres que integraron la grilla. Es que los organizadores, entre los que me encuentro, miraron el panorama y vieron que, por ejemplo, Marcos Aguinis sigue charlando con los taxistas porteños, Jorge Asís divaga y hace mucho que no publica nada, Mariano Grondona nihil obstat y Luis Majul sueña con Víctor Hugo Morales. Entonces, descartados esos ejemplares, buscamos por el lado explícitamente político y ¿sabe qué?, Hugo Biolcat no dice ni mu, Mauricio Macri estaba planificando un viajecito, Alfonsinín juega en el tobogán y Eduardo Duhalde cree que los libros son perniciosos. Y tiene razón.
Pero hay más. Hubo actos con temática de género, con la problemática de los pueblos originarios, con la fuerza creativa de los escritores jóvenes. Y aquí me detengo un ratito, morocha, y nos tomamos otro café, el mío con azúcar de tu sonrisa.
Claramente fue un error. En simultáneo con la Feria se inauguró (está abierta hasta el 2 de noviembre) la muestra de homenaje a Héctor Oesterheld y su Eternauta, con la presencia de Elsa Sánchez y Juan Sasturain. Para eso hubo que disponer de todo el Espacio Contemporáneo de Arte, edificio que tradicionalmente alberga el denominado Espacio Joven y que este año se llamó Feria de Editoriales Autogestivas (FEA). El error fue, precisamente la simultaneidad, la muestra es una maravilla. La falta de coordinación entre distintas áreas de la Secretaría de Cultura provincial produjo esta superposición de dos actividades de similar importancia y calidad.
Como la materia es impenetrable y no se puede poner en el mismo espacio físico dos cosas a la vez hubo que habilitar la Biblioteca Pública Gral. San Martín para los Feos. Y allá fueron, con su desparpajo, su adrenalina y su creatividad. Pero, sobre todo, con su consentimiento. Produjeron y diseñaron una revista de gran calidad (diferente de la oficial de la Feria: mala y de aparición tardía) y participaron de todas las reuniones de organización con empuje y fraternalmente. Por eso suena raro algún comentario quejoso y resentido de un colega pelilargo. Es que, como ocurre con la Fiesta Nacional de la Vendimia, se ha hecho folklórico castigar la Feria, es políticamente correcto y da pátina de rebelde.
Sigamos, que se nos enfría el café, cintura con ojos. Y tibio, no me gusta ni el chocolate.
Párrafo aparte merecen los dos actos en el Teatro Independencia, nuestro Colón (mi remisero preferido dice que el Teatro Colón es el Independencia de Buenos Aires. Unitarios y federales, como antes, como siempre). Durante dos horas y media estuvo José Pablo Feinmann, el viernes 2 a la noche, disertando acerca de su libro "El Flaco. Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner". Y la noche avanzaba y nadie quería que se termine. Es que José Pablo no tiene como hábito de placer viajar y sacaba cuentas para llegar a la conclusión de que hacía más de 30 años que no pisaba la tierra del Malbec y en aquella oportunidad no como filósofo, sino como vendedor de cables eléctricos. En plena noche genocida. Casi mil personas, casi mil fervorosos y agradecidos cuyanos con cara de feliz cumpleaños.
Una semana después se repitió el fervor y la admiración. Sandra Russo les presentó a nuestra gente "La Presidenta. Historia de una vida" (setenta mil ejemplares vendidos. Algo así como el equivalente al 50% de las primarias en el mundo editorial). Fue una tarde de sábado con sol, el fáctico y el metafórico, enmarcado en una nueva jornada de lucha de periodistas mendocinos contra la indignidad de un empresario y la complicidad de un sindicato en manos inescrupulosas. Pero Sandra iluminó la figura de la estadista más sólida de estas comarcas nuestroamericanas.
Performance inolvidable de Lemebel, cátedra de Goloboff sobre Cortázar, brillante novela de Drucaroff, seminario riquísimo de Colombres, una mesa acerca de los cafés de Mendoza y sus fantasmas. Todo eso y mucho más hubo en diez días intensos.
Claro que hubo falencias, cosas a mejorar. El autor local que no participó fue porque se durmió, no quiso o no pudo. O vive en Mozambique y el subte no pasa por aquí.
La prensa reconoció el éxito. A regañadientes y con chicanas, con la excepción de MDZ, diario digital que no hizo más que lo correcto: periodismo. Los otros se ocuparon de los números. Más de veinte mil concurrentes, ventas a mansalva. Del contenido, prefirieron quedarse mudos. Ignoraron las jornadas del Independencia y es lógico, les perturba su siesta.
No me gustan los rankings, me recuerdan la impostura de los disc jockeys y su curro con los sellos multinacionales de la música. Por eso creo que esta no fue la mejor Feria. Fue distinta. Conceptual, coherente, con un fuerte compromiso ideológico y abarcativa, hasta donde dio el presupuesto. Un Feria de cambio de época, como dice Rafael Correa.
La mejor debe ser la próxima.

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